Razones para conocer Marrakech
“El único lugar del planeta en el que todos los días del año músicos, cuentistas, bailarines juglares y bardos actúan ante un gentío numeroso y que sin cesar se renueva”. Así define Juan Goitisolo la plaza más famosa de Marrakech en “Las mil y una noches de Jamáa El Fna”. Esta plaza, declarada por la UNESCO , en 2001, Patrimonio Oral e inmaterial de la Humanidad , es, por sí sola, una razón poderosa para viajar al sur de Marruecos. Pero existen más. La ciudad sureña, un oasis que acogía a las caravanas de camellos provenientes del sur, es hoy día una gran urbe de más de un millón de habitantes, que convive con la tradición. Los suk, con sus peculiaridades culturales, sociales y económicas no han sucumbido ante las grandes cadenas de hipermercados, muchas de ellas extranjeras. Igualmente, los bastiones de tierra roja de la Medina se conservan junto a la ville nouvelle, construida durante el Protectorado Francés, como un dúo complementario. Pero sobre todo Marrakech es una ciudad que entra por los cinco sentidos. Puede que con ellos, y una gran capacidad de observación, seamos capaces de descubrir algo más que una ciudad con un patrimonio arquitectónico lleno de palacios, mezquitas y medersas. El paisaje humano y sus costumbres, tan importantes como el histórico, nos devolverán a la España árabe, cuyos descendientes expulsados por los reyes católicos, contribuyeron al realce de su patrimonio cultural. Para visitar Marrakech fuera de los circuitos turísticos, y por tanto, sin prisas, basta una buena guía que se puede adquirir en cualquier librería antes de comenzar el viaje, un mapa y una gran dosis de curiosidad con el objeto de traspasar los muros culturales y geográficos que separan unos pueblos de otros. Al fin y al cabo ese es el objetivo último que nos mueve a conocer otras culturas. Marrakech es una ciudad infinitamente viva y sus habitantes tienen el carácter abierto y acogedor propio de los pueblos que la han poblado. Por lo demás, las normas de seguridad que hay que tener en cuenta, no van más allá de las que dicta la lógica.
Fundada en 1062 por el Sultán Almorávide Yusuf Bin Tachfin, pronto se convirtió en uno de los centros culturales y artísticos más importantes del mundo islámico. Alí, hijo de Yusuf construyó palacios, mezquitas y baños. También mandó construir la amplia khettara: canales subterráneos de irrigación, que a día de hoy sigue suministrando agua del Gran Atlas a los jardines de Marrakech.
El atardecer de Marrakech es perfecto para contemplar la muralla que rodea la ciudad vieja. Dentro de ella se encuentra todo el patrimonio arquitectónico. La Kutubia con sus más de 60 metros de altura es uno de los alminares más bellos del mundo islámico situado en el centro neurálgico de la ciudad y frente a la plaza Jamáa El Fna. La puerta Bad Aguenau con su color ocre característico, da paso a la mezquita de la Kasba y muy cerca se pueden encontrar las Tumbas Sadianas de rica decoración, rodeadas de altos muros. El Palacio el-Badi del siglo XVI mereció el título de “el incomparable”, uno de los 99 atributos de Alá. El Palacio de la Bahía fue construido por arquitectos de la escuela andaluza en el siglo XIX. A los fastuosos jardines de la Menara se llega a través de la puerta Bad El Jedi donde se encuentran olivos centenarios, las canalizaciones de agua y el pabellón imperial.
En el corazón de la medina y muy cerca unos de otros, podemos visitar la Medersa Ibn Yusuf con un hermosísimo patio. Se trata de uno de los edificios más interesantes de Marrakech. Los saudíes la convirtieron en la escuela teológica más grande del Magreb. Su patio está decorado de estuco, azulejos y madera de cedro. El museo de Marrakech, (Place Ben Youssef) está ubicado en un palacio del siglo XIX, llamado Dar Mnebhi. Tiene un gran patio central con fuentes, que cuenta con varias galerías de arte a su alrededor. Y sobre todo la visita obligada a los zocos donde se encuentran los distintos gremios de joyeros, alfareros, herreros, etc. Merece la pena perderse por un buen rato y saborear el ambiente. No tema. Cuando quiera salir del laberinto que forman los angostos callejones, no tiene más que preguntar por la Kutubia o la plaza de Jamáa El Fna.
En los alrededores de Marrakech merece una excursión el palmeral situado al norte de la ciudad. Si dispone de auto propio puede llegar hasta allí. En caso contrario puede contratar los servicios de un guía con auto. El valle de los Urika a 67 kilómetros en dirección al Alto Atlas alberga una vegetación rica en olivos, chopos, nogales, fresnos, alcornoques y se va haciendo más árido a medida que el camino va subiendo. Un poco más alejada, se encuentra la Cascada de Ouzoud a 167 kilómetros de la ciudad. Es un lugar donde podemos encontrarnos rodeados de turismo local.
Cualquier época del año es buena para visitar Marrakech, siempre que no elijamos los tórridos meses de verano.
Donde comer
Indiscutiblemente hay que saborear el cordero en los numerosos puestos de comida de la plaza de Jamáa El Fna que colocan al atardecer. También los tazones de harira con dulces de miel, los pinchitos de pollo, el pescado frito, los zumos de naranja, dátiles, frutos secos. Hay pocos alimentos locales que no podamos encontrar en esta plaza por un módico precio que no supera los cinco euros por persona. Dentro del zoco existen multitud de pequeños restaurantes que tienen comida local bastante asequible de precio. Los numerosos palacios de la medina ofrecen menús un poco más caro que los lugares anteriores. También podemos encontrar comida europea en la ville nouvelle donde se encuentran los restaurantes italianos y franceses. La bebida alcohólica es cara y sólo se sirven en lugares con permiso especial. Lógicamente en casi todos los hoteles de cinco estrellas se puede tomar cerveza. Otra opción más barata es comprarla en los numerosos hipermercados que existen en la ciudad.
Donde dormir. Alrededor de la plaza existe una amplia oferta de hoteles baratos por 25 euros la habitación doble. Los riad son otra opción, aunque un poco más cara que los anteriores. Se trata de antiguas casas adaptadas para el hospedaje, muchas de ellas con la decoración antigua de maderas talladas y azulejos. Fuera de la medina, en la ville nouvelle también podemos encontrar hoteles de todo tipo. El único inconveniente es que están lejos del centro neurálgico de la ciudad. Los grandes hoteles, donde se hospedan los turistas que visitan la ciudad en grupo se encuentran en la avenida Mohamed V y en las afueras de la ciudad.
Como llegar
Viajar por avión es la opción más cómoda. Existen vuelos Sevilla Marrakech por algo más de 100 euros ida y vuelta, dependiendo de la época y de la oferta. En iberia.com podrá encontrar vuelos de oferta Sevilla Marrakech. También puede buscar en: www.edreams.es/ofertas/vuelos/ruta/SVQ_sevilla/RAK_marrakech. Pero si dispone de tiempo le aconsejamos un viaje en coche hasta Marrakech. Desde Tánger se puede viajar por autovía. Si se decide por esta opción, puede comprar su ticket para el barco en Viajes Normandí, la opción más barata: Teléfono: 956675653, Móvil: 606 260709. E-mail: ticket.gutierrez@telefonica.net.
La moneda local es el Dirham. Diez dirham equivalen a un euro aproximadamente. Loney Planet y Anaya publican guías bastante completas sobre Marruecos.
Literatura. Muchos escritores han sentido fascinación por esta ciudad y han escrito sobre ella. Juan Goitisólo, uno de los pocos escritores españoles que conoce la lengua árabe, y que ha establecido su residencia permanente en esta ciudad, es un ejemplo.
Algunos blog que nos pueden dar pistas: furgonetacarreteraymantablogspot.com
Miradasdecaracol.com; viajarpormarruecos.blogspot.com.
Publicado en la revista "Viajar" de Onda Cero de Extremadura
No hay comentarios:
Publicar un comentario