Dentro de unos días se cumplirá un año de la muerte de Toufik Alassad en un asentamiento de chabolas de Palos de la Frontera. Este fue nuestro pequeño homenaje en el lugar donde murió. 


                             Foto: homenaje a Toufik Al Assad (2019). Palos de la Frontera (Huelva)
                             (Juan Manuel Vallellano)



COMUNICADO DE VECINAS Y VECINOS DE MAZAGÓN

Se llamaba Toufik Alasal y tenía 24 años. Su familia lo define como un buen chico que cuidaba de una madre enferma. Hace un año salió de su pequeña aldea natal en busca de una vida digna, una vida normal, esa aspiración tan irrebatible y humana que un país con una estructura feudal como Marruecos jamás podrá ofrecer a su ciudadanía. Solo un dato, más de un tercio de la población marroquí es analfabeta. Sin embargo, la Europa ilustrada y solidaria envía millones de euros a Marruecos, millones de euros de nuestros impuestos, no para alfabetizar a la población, tampoco para construir hospitales, envía millones de euros para apalear, detener y encarcelar a todo aquel que intente escapar de esa miseria. Pero la única perspectiva que le quedaba a Toufik en su país era trabajar en una de las múltiples fincas de fresa que rodean su polvorienta aldea, donde pagan 9 euros por exhaustas jornadas de trabajo de 8 0 9 horas bajo un sol despiadado, sin ningún derecho como trabajador.

Por eso, decidió viajar a Europa. Y para ello cruzó una frontera que despliega alfombras de terciopelo para los camiones cargados de hortalizas y, sin embargo, se transforma en una trampa mortal cuando se trata de tránsito humano. Toufik tuvo suerte y llegó a España con una mochila cargada de sueños, atraído por la idea de la tierra de la prosperidad y las oportunidades de la que, seguramente, había oído hablar mucho antes de partir.



                             Foto: Asentamiento de chabolas de Palos de la Frontera (Huelva)
                             (Juan Manuel Vallellanos)


Pero encontró la muerte en un lugar inmundo, donde las ratas se pasean entre montañas de basura acumulada. Quién podría imaginar que Toufik moriría a causa de la miseria en un municipio español, que presenta superavit en su presupuesto municipal año tras año. Quién podría imaginar que el lucrativo negocio de la fresa onubense es incapaz de asegurar un derecho tan básico como un techo seguro, a las miles de trabajadoras y trabajadores que necesita un cultivo intensivo. Quién puede imaginar que un país moderno y democrático del siglo XXI sea capaz de violar todo el cuerpo legal que protege los derechos humanos y los derechos de los trabajadores, abandonando a su suerte a miles de personas que están produciendo riqueza para esta sociedad. Y porque eso sucede, a Toufik no le quedó otro remedio que instalarse en uno de los numerosos asentamientos de chabolas, repartidos por la costa de Huelva, y construidos por los propios inmigrantes. Allí, una fría noche de diciembre murió abrasado en un incendio.

Hasta donde sabemos, no ha habido ni una sola reacción de condolencia por parte de los representantes de las administraciones públicas. Si un vecino de 24 años de Palos de la Frontera hubiese muerto quemado en su casa, no hace falta tener una gran imaginación para saber que la situación hubiese sido muy distinta. Pero Toufik era un ciudadano invisible, incluso después de morir en una situación trágica que se podía haber evitado.

La exclusión social no solo condena a la pobreza y a la precariedad a las personas inmigrantes. También obstaculiza la relación con la sociedad de acogida, la interacción y el conocimiento mutuo tan necesarios para una sociedad más justa, más solidaria y más tolerante.

Ni las llamadas de atención de las asociaciones que trabajan sobre el terreno, ni las recomendaciones de la figura del Defensor del Pueblo Andaluz, ni las denuncias continuas de algunos partidos políticos y sindicatos, ni las peticiones de los propios afectados han servido durante más de veinte años para modificar esta situación.

Como ciudadanas y ciudadanos de un país democrático exigimos a las administraciones públicas y a los empresarios del sector que dejen de practicar un capitalismo salvaje que trata a las trabajadoras y trabajadores como mercancía de usar y tirar. Y que escuchen a los agentes sociales y políticos con sus múltiples propuestas para acabar, de una vez, con la vergüenza del chabolismo.

MAZAGÓN A 22 DE DICIEMBRE DE 2019


POESÍA PARA TOUFIK

También participaron en el acto poetas de la Asociación de Poetas por la Paz

Poema de Luisa María Martín Alonso dedicado a Toufik Alasal, fallecido el 14 de diciembre en un incendio producido en el asentamiento de chabolas donde vivía.
YA NO SERÁ (ES INHUMANO)
Pintó un sueño de azul
y del verde de esperanza.
Y del ocre de la tierra
y del blanco de una casa.
Y del rojo de los frutos.
¡Una quimera quebrada!
La realidad, caprichosa,
y la ambición desbordada
destrozaron la ilusión
antes que llegara el alba.
Y su vida no cambió,
y no hubo casa blanca.
Se enriquece más el rico
a costa de su sudor.
Condiciones inhumanas
provocaron el terror
del fuego, gigante hambriento,
abrazo devorador.
Y el azul se torno gris.
Y se nublo la esperanza.
Y la tierra fue ceniza.
Y cenicienta la "casa".
Y mi voz, hoy, en denuncia,
grito de un alma indignada,
que ¡maldita miseria! ¡maldita ambición!
Dignidad reclama.



Desde la “PLATAFORMA DE POETAS DE HUELVA POR LA PAZ” nos solidarizamos con el dolor y la angustia de los trabajadores y trabajadoras, compañeros y amigos de Toufik, y de las familias, incluida la suya, instando y exigiendo a las administraciones públicas y a quienes corresponda a crear y poner las condiciones necesarias para que los trabajadores y trabajadoras vivan con dignidad y esto no vuelva a ocurrir,
Ahora expresaremos nuestro dolor y nuestra solidaridad como mejor sabemos hacerlo, esto es, con nuestras palabras:
Vino Toufik Alasal
de la fuente de la luz, Moulay Bousselham,
al sur de Larache,
para beberse el deseo.
Y vino con el cielo en sus ojos
y la boca inundada de miel
Se abrió el telón
Sobre el escenario de la vida un inmenso ajedrez.
En el viejo tablero se baten los peones,
solo los peones.
Y un rancio olor a paloma quemada
se descuelga de la lámpara.
Duermen los reyes y los poderosos,
protegidos por el viento que penetra
por las ventanas ovales de la torre,
y paren luciérnagas infectadas de sueños torcidos
a través de sus dientes.
Luchan obsesivamente los de abajo
y tiñen de rojo la hierba empapada
que fluye de los suelos.
Lloran en silencio las madres del mundo
mientras la vieja utopía duerme su borrachera
bajo la alfombra
a la sombra oscura de una antigua quimera.
Os decimos
que el bosque de pinos que duerme junto a la marisma
supera en dignidad a las poltronas
que presiden el Congreso de los Diputados…
que en las hojas de las encinas y castaños
hay una luz más honesta y mucha más vida y mucha más poesía
que en la frente de los prebostes que gobiernan este mundo…
que la flor más minúscula,
aquella que crece bajo la tutela de la sombra del mandarino
tiene una economía más racional y mucho más sentido común
que todas las empresas que conforman el IBEX 35…
por eso y porque
vino Toufik Alasal
de la fuente de la luz, Moulay Bousselham,
al sur de Larache,
para beberse el deseo
con el cielo en sus ojos
y la boca inundada de miel
y 23 años a sus espaldas,
lloran en silencio las madres del mundo
mientras la vieja utopía duerme su borrachera
bajo la alfombra
a la sombra oscura de una antigua quimera.
POETAS DE HUELVA POR LA PAZ

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