UN AÑO DESPUÉS DE MORIR EN UN INCENDIO EN UN ASENTAMIENTO DE CHABOLAS EN PALOS DE LA FRONTERA, EL CUERPO DE TOUFIK AÚN NO HA SIDO REPATRIADO A MARRUECOS. 

La madrugada del 14 de diciembre del año pasado, Toufik Al Assad de 23 años de edad moría, a causa de un incendio, en un asentamiento de chabolas ubicado junto al Polígono industrial San Jorge en Palos de la Frontera (Huelva). Ni una sola reacción de condolencia por parte de la administración local. Como si nada hubiese ocurrido. No fuera a ser que descubriéramos la miseria del submundo escondido tras la opulencia de las berries. Resulta más rentable invisibilizar la indigencia, ignorar el caos, sacudirse la deuda. En cualquier caso, culpar de la situación a los y las protagonistas: “no quieren pagar alquiler”, “lo quieren todo gratis”, “vienen a vivir de las subvenciones”. Y así, poco a poco, va calando el discurso, como el agua de una lluvia fina y constante. Hasta que todo lo impregna. Con una lógica aplastante. Estado de opinión para justificar , sin palabras, que Toufik, de 23 años, quedó atrapado entre los plásticos en llamas de su chabola porque quién juega con fuego se quema. Son los encajes de bolillo del capitalismo. Los mismos que mantienen atrapado el cuerpo de Toufik en un laberinto burocrático un año después de su muerte. En la aldea de Moulay Bousselham, su madre y sus hermanos esperan su cuerpo. Con la resignación de los sin nadie. Perdidos en la impotencia y la devastación. Con un duelo imposible. Sin poder aceptar la realidad de la pérdida. Pero eso ¿qué le importa al capitalismo?

                                 Foto: Asentamiento de chabolas de Palos de la Frontera (Huelva)
                                 (P. Suárez)





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